Psicoanálisis: Crónica de una muerte anunciada

Todo apunta a que el final del psicoanálisis es inminente. Actualmente, prácticamente ha sido erradicado de las Facultades de Psicología españolas, en un auténtico movimiento de acoso y derribo. En paralelo a esto, la opinión del público lego también se está viendo deteriorada, transmitiéndose la idea de que el psicoanálisis es una pseudociencia o un conjunto limitado de conclusiones ridículas propuestas por Freud. Decir que el psicoanálisis es una pseudociencia es una solemne tontería, sencillamente, porque tampoco es una ciencia. La ciencia es la Psicología. El psicoanálisis es una forma de hacer psicología. ¿En qué consiste el método psicoanalítico? Básicamente, en escuchar y observar a las personas y, a partir de ahí, inductivamente, elaborar modelos del funcionamiento mental y emocional del ser humano. Al hablar de psicoanálisis, no lo olvidemos, hay que distinguir entre el intento que supone de describir el funcionamiento humano y el método psicoterapéutico.

El psicoanálisis nace a finales del siglo XIX cuando Freud, que era médico, en su intento de explicar la histeria, se ve en la tesitura de pasarse al terreno de la psicología. Han pasado unos 120 años. Desde entonces, millares de psicoanalistas han escuchado, observado y pensado al ser humano. Algunos de ellos decidieron cambiar el nombre a la forma en que desempeñaban esta labor, fundamentalmente por cuestiones relacionadas con las luchas de poder y la estrechez de miras de los dirigentes del movimiento psicoanalítico. Demasiado preocupados por definir qué era psicoanálisis y qué no, perdieron la oportunidad de que psicoanálisis fuera, simplemente, sinónimo de comprender al ser humano. Grandes psicólogos se salieron del psicoanálisis y crearon sus propias marcas registradas: terapia cognitiva, terapia Gestalt, etc. Otros, igual de grandes, se quedaron y se “pelearon” por poder pensar con libertad al ser humano baja la denominación de psicoanálisis.

Hoy en día no es raro encontrarte con críticas al psicoanálisis que ridiculizan tres o cuatro conclusiones a las que llegó Freud. Como digo, en estos 120 años millares de psicólogos han pensado al ser humano bajo la bandera psicoanalítica. El resultado de este trabajo es un conjunto de conocimientos tan rico como inabarcable.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Melanie Klein, John Bowlby, Hinz Kohut, Hugo Bleichmar, Erich Fromm, Karl Abraham, Karen Horney, Habib Davanloo, Carl G. Jung, Anna Freud, Sandor Ferenczi, Wihelm reich, Frieda fromm-Reichman, Jean laplanche, Erik Erikson y Otto Fenichel.

Al hablar de métodos psicoterapéuticos, lo primero que hay que dejar claro es que la psicoterapia tampoco es una ciencia, sino más bien un proceso interpersonal destinado a:

  • Que el cliente constituya (en los casos más graves), fortalezca y/o flexibilice su estructura de personalidad, con el propósito de que pueda vivir la vida con un mínimo de bienestar emocional.
  • Que el cliente restablezca el equilibrio perdido en algún momento puntual de crisis en su vida.
  • Que el cliente logre sus objetivos personales, aunque a esto ahora, parece ser, se le llama coaching.

Es decir, es un proceso que en ningún caso podrá ser catalogado como una ciencia. Si aceptamos que el psicoterapeuta, de alguna manera, ayuda a crecer a sus clientes, concluiremos que el ejercicio de la psicoterapia supone asumir una función con ciertas similitudes con el ejercicio de la maternidad y la paternidad. Por tanto, la psicoterapia es algo más cercano a un arte que a una ciencia, como lo es criar a los hijos. Lo que sí resultará posible es estudiar este arte, como cualquier otro, desde perspectivas científicas.

Con demasiada frecuencia se oye eso de que la terapia cognitivo-conductual es la única con el suficiente aval científico. Como psicoterapeuta integrador al que le encantan muchas de las propuestas teóricas y prácticas planteadas desde Terapia cognitivo-conductual™ diré que eso es falso. En primer lugar, porque las personas que acuden a terapia son muy diferentes entre sí y porque el proceso psicoterapéutico es demasiado rico como para que lo esencial sean las técnicas que utiliza el psicoterapeuta. Casi la totalidad de escuelas de psicoterapia coinciden en que lo fundamental es la relación de trabajo que se va a establecer entre el psicoterapeuta y el cliente. El psicoanálisis no solo ha dado cuenta de la importancia de esta relación de trabajo, sino que ha descrito un fenómeno, el de la transferencia, que caracteriza cómo se vinculan, al menos en parte, los seres humanos, y ha desarrollado maneras de tenerlo en cuenta en el trabajo psicoterapéutico. Creo que cualquier psicoterapeuta debe saber cuidar la relación con sus clientes para que esta sea básicamente cooperativa, y debe saber observar la relación que tiene con sus clientes, lo que le permitirá conocerlos mejor y conocerse mejor. Y, todo esto, ha sido la psicoanalítica la escuela que mejor lo ha desarrollado.

Que la terapia cognitivo-conductual es la única avalada científicamente tampoco puede ser tenido como cierto debido a que al enfoque cognitivo-conductual ya le pasa lo que al psicoanálisis: que se ha convertido en un gran gigante con miles propuestas diferentes.

Creo que la psicoterapia es un proceso destinado a que la mente del cliente se pueda hacer cargo, guiar y regular 1) la vida emocional, 2) la vida corporal 3) la propia vida mental y 4) la conducta. En mi opinión, toda psicoterapia debe tener en cuenta, de alguna manera, los planos mental, emocional, corporal y conductual. Posteriormente, las distintas intervenciones incidirán en uno de esos planos, con la seguridad de que el conjunto del sistema se verá beneficiado.

Podríamos hablar entonces de:

  • Terapias cognitivas
  • Terapias emocionales
  • Terapias corporales
  • Terapias conductuales

Con lo que llegamos a que el psicoanálisis es una terapia cognitiva más, que utiliza el pensamiento como vía de acceso privilegiada al sistema.

La psicoterapia es un arte, un arte que puede ser estudiado científicamente. Con el psicoanálisis nace la psicoterapia como hoy la conocemos, es decir, como un procedimiento en el que dos o más personas con funciones específicas se reúnen para tratar de comprender y paliar el sufrimiento emocional de una de ellas.

Lo que ha pasado con el psicoanálisis es que sus dirigentes, empezando por Freud, han sido muy cerrados a admitir nuevas perspectivas. Si no, no hubiera habido problema en que gente como Fritz Pearl, Aaron Beck o Albert Ellis hubieran seguido siendo psicoanalistas. Muchos de los que se quedaron han sido atacados por “cognitivos”. Los dirigentes del movimiento psicoanalítico creían que tenían el “oro puro” y que había que conservarlo incólume y esto ha generado la imagen de que el psicoanálisis es un saber muerto.

El objeto del psicoanálisis nunca debió dejar de ser la conducta humana, normal y patológica. Los procesos inconscientes no dejan de ser un constructo que facilita esta comprensión.

Como método psicoterapéutico el psicoanálisis clásico se ha quedado obsoleto, al menos para la mayoría de las personas de hoy en día. Pero eso no quita que todo el conocimiento psicoanalítico se haya integrado en otras formas de hacer psicoterapia. Creo que la comprensión de los pacientes siempre debe ser psicoanalítica en el sentido amplio de la expresión. Luego, sobre la base de esa comprensión, se diseñarán las estrategias de intervención que mejor se adapten a las necesidades y circunstancias de cada cliente. Estas intervenciones podrán ser cognitivas (como las técnicas de restructuración cognitiva o las interpretaciones psicoanalítica), emocionales (como el psicodrama), corporales (como la bioenergética) o conductuales (como un programa de reforzamiento).

Sin ánimo de ser exhaustivo y sí de hacer un poco de justicia, señalaré algunos de los aportes del psicoanálisis a la psicología:

  • La actitud psicoanalítica, es decir, la búsqueda de la comprensión de las bases motivacionales profundas de la conducta humana constituidas en su historia personal.
  • El señalamiento de que buena parte del funcionamiento humano es inconsciente; creo que hoy ya nadie lo duda.
  • La importancia conferida a las experiencias infantiles en el desarrollo de la personalidad.
  • La importancia de la relación terapéutica.
  • Identificación y descripción de los mecanismos de defensa
  • Una visión ampliada de la sexualidad.

A las nuevas generaciones de psicólogos y psicoterapeutas les diría que no se crean lo que les dicen sobre el psicoanálisis, directamente les están engañando, consciente o inconscientemente. Que estudien psicoanálisis (y conductismo, cognitivismo, Gestalt, neurociencia, etc.).

Me gustaría decir que al psicoanálisis le queda modernizarse o morir, pero mucho me temo que ya está condenado a muerte. Una parte importante de los psicoanalistas ya se han modernizado; no recurren a la obra de Freud como si fuera la Biblia, sino que se benefician del conocimiento psicoanalítico acumulado hasta la fecha. Pero lo que está en juego es el mercado del sufrimiento emocional y el mercado de la formación, y aquí “no se hacen prisioneros”.

Personalmente, me gustaría que en mi ciencia, la Psicología, y en mi profesión, la psicoterapia, primara aquello que decía Aristóteles de “amo a Platón, pero más amo la verdad” y, sobre todo, que primara el ofrecer a nuestros clientes el mejor servicio posible.

¿Qué puede pasar cuando el psicoanálisis muera?

  • Que se pierdan toda una serie de conocimientos acumulados de un valor incalculable.
  • Que se mantengan, pero sin llamarlo psicoanálisis. Esto sería como matar al padre, pero quedarte con su herencia.

Lo más probable es que pase un poco de las dos cosas.